jueves, 5 de marzo de 2009

Jornada de Lanzamiento - PRESENTACIÓN

Presentación de la Comisión

Palabras a cargo del Prof. Javier E. Giangreco, Coordinador de la Comisión.

En primer lugar quiero agradecerles muy especialmente a todos los presentes el esta participando de esta Jornada de Lanzamiento de la Comisión Nacional de Educación. Confieso que esta convocatoria superó ampliamente nuestras expectativas… esperamos generar lo mismo en ustedes. Es decir, esperamos que tenga pocas expectativas para poder superarlas ampliamente.
Mientras preparaba esta ponencia, anoche, pensaba que hay mucho para decir sobre la educación, mucho para decir sobre esta comisión, mucho para decir sobre el documento fundacional que tienen en sus manos, mucho para decir sobre el repetido conflicto de inicio de clases, mucho para decir… y poco tiempo. (A diferencia de muchos conductores de televisión, y políticos, que tienen poco para decir y mucho tiempo). Por eso, y sabiendo lo fragmentario y limitado de esta exposición, me centraré en los puntos que considero más significativos.

Ustedes han recibido, y si no es así, solicítenlo que todavía es gratis, el Documento Fundacional de la Comisión. Allí exponemos 4 ejes de trabajo, 10 principios educativos, y 9 desafíos o líneas de acción.
Uno de los ejes se refiere a la Problemática Social, en cuanto elemento ineludible a la hora de pensar el contexto educativo argentino actual. Para empezar, entonces, los invitamos a ver un video que nos permita ponernos en clima…

(se puede ver el VIDEO completo presionando aquí)

Esta es la realidad. Dura, fuerte, difícil, pero es mejor verla que hacerse el distraído. Sin embargo la realidad nunca mata la esperanza, y por eso el llamado final a no entregarse. Nuestro lema, que en el video marca el paso de la injusticia a la esperanza, es “Educación e Igualdad de Oportunidades”.


Pero vamos a empezar tirando unos datos sin digerir:
(Según un informe de la CTA… vamos a ser serios, no les voy a citar el INDEC. Decía…)
Según un informe de la CTA, seis millones de chicos en la Argentina viven en la pobreza, de los cuales tres millones tienen hambre. Mueren por día 25 recién nacidos. Más del 50 % de los menores vive en hogares sostenidos por padres con inserción laboral precaria. Estamos hablando de alrededor de siete millones de chicos. Casi el 50 % no tiene cobertura médica. Dos millones de pibes no asisten o nunca asistieron a un establecimiento educativo.

El problema principal de estos pibes se basa en la exclusión. Y ya no son solamente excluidos, sino que podemos decir que son sobrantes, que están de más, que son desechables; hay una brecha insalvable entre ellos y el resto. Porque viven en situación de pobreza o indigencia, no tienen acceso a la educación, a la salud, a una vivienda digna… Es decir, hay desigualdad de origen, lo que trae aparejado desigualdad de acceso.
Sabemos que lo que no se adquiere en el momento adecuado luego cuesta mucho más o directamente no se consigue. Hay condiciones previas insoslayables. Estamos hablando de equidad social como garantía de la igualdad de oportunidades. Los estragos que provoca la desnutrición que se padece en la primera infancia son irreparables, ya que en esta etapa el mayor impacto lo sufre el cerebro.
El cerebro es el órgano que más rápidamente crece, pesa 35 gramos al nacer y 900 gr a los 14 meses (de adulto, su peso es de 1200 gr); durante los dos primeros meses de vida crece a un ritmo de 2 mg por minuto. En la desnutrición no sólo se detiene el crecimiento cerebral, sino que además se presenta una atrofia del cerebro. La suerte del sistema nervioso central está determinada en los primeros 14/18 meses de vida. Si durante este tiempo el niño no recibe una adecuada ingesta de nutrientes y estimulación adecuada, se transformará en un débil mental.

Pobreza, marginalidad, hambre, dolor, frío, violencia, drogas. Todas estas realidades se entremezclan hoy con la niñez en nuestro país y afectan directamente sus posibilidades educativas.
Chicos desnutridos, falta de transportes, escuelas sin ventanas ni calefacción y escasa capacitación docente son algunos de los desafíos cotidianos de los establecimientos de los barrios más necesitados de nuestro país.

Un relevamiento realizado (por Cerruti y Binstock) en 2005 muestra que la probabilidad de desertar de un joven que proviene de hogares con necesidades básicas insatisfechas (NBI) es superior en un 70% a la de un joven que proviene de un hogar sin NBI.

Pero les voy a dar otro dato, en este caso, sobre la llamada Generación NI. Son jóvenes que ni estudian, ni trabajan. Sobre 6.400.000 jóvenes argentinos, más de 1.200.000 no estudian ni trabajan. De esa cifra, más de 750.000 tampoco buscan un empleo, con lo cual no tienen intenciones de modificar su situación.

En términos de calidad educativa, los efectos saltan a la vista. El Programa para la Evaluación Internacional de los Estudiantes (PISA) reveló en 2006 que, entre los 57 países evaluados, la Argentina se ubica en el 9° lugar entre los países con mayor variación de los resultados entre las escuelas. Esto significa que los alumnos encuentran ambientes de aprendizaje muy diferentes en términos de equipamiento, gestión y nivel socioeconómico de sus pares, según el establecimiento al que asisten.

Vivimos en un mundo escandalosamente inequitativo, injusto y desigual, y nuestro país no es precisamente la excepción. El neoliberalismo, está harto demostrado, es un sistema de acumulación y concentración de la riqueza, a la vez que genera desigualdad y expulsión. Son cada vez menos los que tienen más, y cada vez más, mientras que son cada vez más los que tienen menos, y cada vez menos. La realidad nos muestra claramente las terribles consecuencias de este sistema que genera exclusión y desigualdad social, impactando fuertemente en la educación. Los pobres empiezan la carrera más tarde y menos preparados... si es que encuentran el camino. María Elena Walsh lo dice muy claro en Juguemos en el mundo: “El mundo nunca ha sido para todo el mundo”.
Es misión del Estado, en cuanto igualador de oportunidades, tomar decisiones y llevar a cabo acciones, claras, valientes, profundas, para la redistribución de la riqueza. Y es misión nuestra, como políticos, llegar al poder para transformar la realidad.

Según algunos autores ya no vivimos en una época de cambios sino que asistimos a un cambio epocal. Este contexto histórico afecta, indudablemente, a la educación. En realidad no la afecta como un factor externo sino que la educación es parte integrante del proceso. Tenemos una escuela del Siglo XIX, con docentes del Siglo XX, para atender a alumnos del Siglo XXI. Particularmente, en nuestro país, estamos viviendo las consecuencias de la nefasta década del noventa, con un desprecio por el valor del trabajo y del esfuerzo, y una apuesta al sálvese quien pueda, o hágase rico a costa de los otros mediante la especulación financiera.
Desde el Partido Demócrata Cristiano deseamos que la educación vuelva a estar en la agenda pública, y no sólo para discutir un salario, aunque es necesario hacerlo. Queremos que vuelva a ser prioridad nacional. Para que la educación sea realmente una Política de Estado y no una política de gobierno que cambia con cada presidente, es necesario definir primero qué país queremos y qué concepción de persona tenemos. Y es aquí donde se incorporan los otros ejes de trabajo, que ustedes tienen en el Documento.

El decálogo de principios, que ustedes podrán leer cómodamente en sus casas, está basado exclusivamente en la Ley Nacional de Educación. Intentamos basarnos en principios incuestionables, extraídos de la legislación vigente, para tener un piso común desde dónde empezar a trabajar. Allí nos referimos a la educación como un bien de interés público y un derecho personal y social; como igualadora de oportunidades; como integral, abarcando todas las dimensiones de la persona; mencionamos a todos los actores educativos; hacemos referencia al rol de la familia, de la escuela y del Estado; nos metemos con el tema del financiamiento, etc. Son principios innegociables, propios de nuestra cosmovisión educativa inspirada en el humanismo cristiano y que, a su vez, están establecidos por ley en nuestro país.

En cuanto a las 9 líneas de acción que proponemos como desafío, serán tema del prestigioso panel de especialistas que disertarán a continuación, por lo que no voy a extenderme sobre esta cuestión.

Antes de terminar, les cuento una sensación. Hoy empezó sala de 3 mi hija, Lucía. Y empezó en el colegio donde yo hice primaria y secundaria, y donde soy profesor actualmente. También allí cursó mi hermano, mi viejo, mi tío, mis cuñados… es decir, hay una fuerte carga afectiva. Pero más allá de eso, hay algo motivador en el inicio de clases. Uno ve los ojos de los chicos, brillando. Los ojos de los padres, brillando. Todos, en cada inicio de ciclo lectivo, volvemos a apostar por la educación. El inicio de clases es un renovar la esperanza, es un renovar la utopía.

Después me quedé reflexionando sobre esto de la utopía, y pensaba que es utópico pensar que se acabará la exclusión social. Es utópico creer que algún día se acabarán las desigualdades sociales y educativas. Es utópico soñar con igualdad real de oportunidades para todos. Es utópico... Dice Eduardo Galeano que la utopía está en el horizonte. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. Entonces, ¿para qué sirve la utopía?. Para eso sirve: para caminar.
Esta Jornada de Lanzamiento es un ponerse de pie, renovar la utopía, y caminar juntos. Les pedimos que nos acompañen. Muchas gracias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario