viernes, 10 de abril de 2009

Desigualdad Educativa

Años atrás, la escuela era un camino que terminaba en la inserción social y laboral. Estar escolarizado, haber cumplido con la escolaridad obligatoria era requisito sine qua non para entrar al mundo del trabajo. Esto no se cumplía en todos los casos, pero así era visualizado por la sociedad toda y, por lo tanto, aún las familias menos pudientes querían que sus hijos estudiaran y aprendieran en la escuela para encontrar una “salida” a su situación de pobreza.
Pasaron ya muchos años en los cuales la realidad abofeteó las caras de estas esperanzas. El nivel educativo necesario para llegar a esa “salida” se elevó cada vez más alejando así la meta de un camino, por demás difícil de transitar aún cuando ya era acotado. Por otra parte, la salida laboral se fue haciendo cada vez más escasa y difícil aún para aquellos que lograban la tan ansiada meta. Y hoy asistimos al desencanto del “ideal educativo”. Que la escuela sea una alternativa para salir de la pobreza dejó de ser cierto. Y este cambio se acompañó además del canto de sirenas de otras nuevas propuestas muy “tentadoras”: robo, narcotráfico, mendicidad, etc. Muchos chicos, al quedar “excluidos” de los circuitos formales, quedaron “incluidos” en estos nuevos circuitos que, además, forman parte de su cotidianeidad.
Para que alguien quiera llegar a una meta, ésta tiene que visualizarse como alcanzable. Y el “ideal educativo” de salir de la pobreza “vía estudio” se fue tan lejos de las posibilidades de las familias de escasos recursos que directamente no amerita ni siquiera el esfuerzo de tratar de transitarlo.
Se habla entonces de acciones compensatorias por parte del Estado para acompañar y sostener el esfuerzo de estas familias. No las niego, pero estas acciones compensatorias no deben circunscribirse solamente a medidas “económicas” tales como aumentar el número de jardines maternales, de salas del nivel inicial, el número de días de clase, los años de escolaridad obligatoria, la cantidad de becas de estudio, etc. Todo esto es muy necesario pero no suficiente. Si solo nos atamos a medidas de este estilo, corremos el riesgo de vernos, a futuro, nuevamente invadidos por el fracaso y el desaliento.
Es cierto que la desigualdad en el acceso a la educación es fruto de la inequidad social y de la debilidad de las políticas estatales en esas áreas, pero esta desigualdad hunde sus raíces en la historia misma de cada individuo. Antiguamente, un hijo era un proyecto familiar. En las clases altas, el proyecto consistía en que ese hijo continuara y prolongara en el tiempo los beneficios socio-económicos de que ellas disfrutaban.
En las clases medias y bajas el hijo encarnaba el proyecto de ascenso social. El hijo venía al mundo para cumplir un logro que sus padres no habían podido conseguir: un título universitario, un trabajo mejor, etc.
Hoy día ¿qué proyecto pueden tener los excluidos? ¿Qué proyecto puede encarnar un hijo nacido en el seno de la exclusión? Es un hijo traído al mundo y del que no se espera que sea nada. Simplemente se lo trae al mundo y que el mundo haga con él lo que quiera o pueda.
Es esta desigualdad más profunda la que no se supera con políticas compensatorias como las que se vienen proponiendo. Si bien hace falta más dinero (y mucho), el dinero solo no va a cambiar nada, a menos que la escuela se convierta nuevamente en una “salida” a la dramática realidad de los excluidos.
Y esta “salida” no puede ser un título universitario (tan lejos para muchos…) sino algo más modesto y palpable: la posibilidad de insertarse en otra red que no sea la delincuencia, la mendicidad, el narcotráfico, etc...

Lic. Estela T. Rodríguez

5 comentarios:

  1. Me pareció excelente. Coincido totalmente con ella y considero importante que este tipo de escritos se difundan para lograr la conciencia crítica acerca de los graves problemas que sufre nuestro país y así poder incentivar "el ACTUAR" en nosotros.

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  2. Realmente me gusta mucho el enfoque y todo lo que en él decís.Está escrito con palabras claras y profundas.Felicitaciones! Ojalá haya muchos aportes como éste y logremos que las cosas cambien.

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  3. Me gustó pero también me angustió. No provengo de una familia muy acomodada, mi mamá terminó la primaria cuando yo estaba entrando al secundario y si bien mi papá terminó el secundario, yo con mucho orgullo y muchísimo esfuerzo pude terminar mi carrera universitaria que fue un largo camino: elegí que me iba a levantar temprano, muchas veces antes del amanecer, iba a ir a cursar y después a trabajar todo el día e iba a volver a la facultad a la noche con todo lo que eso implicaba, viajar una hora o una hora y media a veces, y llegar "aniquilada" a mi casa para al día siguiente volverlo a hacer, hasta que cumplí mi objetivo. Siento que en mi se cumplió un proyecto, pero también pienso que si se entregan todas las cosas en bandeja siempre vamos a tener quien elija estar donde está sin querer hacer ningún esfuerzo.
    Un abrazo, y felicitaciones, Naty

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  4. Lic. Ema de Emilio9 de mayo de 2009, 12:45

    Estela, como lo has dicho, lo veo permanentemente en el trato con los adolescentes, "desencantados" del futuro. Un gran número de ellos no encuentra estímulo en el estudio. El Estado promete una equidad que queda a medio del camino, como lo planteas. Habría que agregar la certeza de conseguir trabajo digno paro todos los que se preparan para la vida. Muy interesante tu reflexión

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  5. I could not resist commenting. Very well written!
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